De toda la realidad que compone al mundo, sí hay algo por lo que indudablemente valga la pena existir es viajar, y viajar como recreación y conocimiento interior, expandir el mundo, urgar los horizontes de lo físico, planear un escape sin plan con equilibrio y degustando el placer más sencillo de vivir sin buscar la saciedad, sin llenarse con la ostentosidad o pretensión.
Viajes hay de todas las categorías, pero siempre el viaje tiene la característica de la dicotomía, tiene dos componentes contrarios que son el anhelo de todo ser humano: El conocer y el escapar, la busqueda de llenarse y vaciarse, el construir y el limpiar, es una transfusión de vida, es alimentarse de nuevas cosas y desarraigarse de todo aquello que no queremos que haga más parte de nosotros, lavar los restos de la viscosidad de la civilización, el olor a ciudad sucia, a rutina y ruina, a la mecánica de los relojes, a la lucha y la extorsión del alma por los billetes manoseados que todos queremos en nuestros bolsillos, a la esclavitud del consumo.
Como humano amo las flores y las plantas, las raices, las hojas que se desprenden
Los viajeros tienen esa cualidad que llaman ser ciudadano del mundo
FERNANDO PESSOA NOGUEIRA